Espeluznante testimonio

Hoy en La Voz de Galicia, en su edición de Vigo, leo esta noticia «Los sin techo entregan 2.000 firmas para pedir un albergue«.

La noticia viene acompañada de una entrevista a una indigente llamada Alice Marina Morgado de 29 años y nacionalidad portuguesa.
A cada pregunta del periodista las contestaciones representan nuevas vivencias, nuevas miserias de la vida, es espeluznante, las tiene todas.

Y la tenemos al lado, en nuestra casa, en Vigo, Galicia, España, la que dice ser la octava potencia del mundo.

En fin, música contra la pobreza:

[Música] | Joaquín Sabina | Y nos dieron las 10…

Joaquín Sabina nació en Ubeda (Jaén) en 1949, hijo de un policía. A los catorce años comienza a escribir versos y a tocar con unos amigos. En 1968 Joaquín Sabina inicia estudios en la Universidad de Granada, pero los deja poco después para exiliarse en Londres, donde vivió como «okupa» y colaboró con otros exiliados en movimientos culturales y teatrales.
En 1975 Joaquín Sabina comienza a componer canciones y a tocar en locales. En 1977, tras la dictadura, regresa a España, donde tiene que realizar el servicio militar. Por fin, en 1978, se publica el primer disco de Sabina, «Inventario»….[+ información: todomusica.org]

–oooOOOooo–

Fue en un pueblo con mar
una noche después de un concierto;
tú reinabas detrás
de la barra del único bar que vimos abierto
-”Cántame una canción
al oído y te pongo un cubata”-
-”Con una condición:
que me dejes abierto el balcón de tus ojos de gata”-
loco por conocer
los secretos de su dormitorio
esa noche canté
al piano del amanecer todo mi repertorio.
Los clientes del bar
uno a uno se fueron marchando,
tú saliste a cerrar,
yo me dije:
“Cuidado, chaval, te estas enamorando”,
luego todo pasó
de repente, su dedo en mi espalda
dibujo un corazón
y mi mano le correspondió debajo de tu falda;
caminito al hostal
nos besamos en cada farola,
era un pueblo con mar,
yo quería dormir contigo y tú no querías dormir sola…
Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una
y las dos y las tres
y desnudos al amanecer nos encontró la luna.
Nos dijimos adiós,
ojalá que volvamos a vernos
el verano acabó
el otoño duró lo que tarda en llegar el invierno,
y a tu pueblo el azar
otra vez el verano siguiente
me llevó, y al final
del concierto me puse a buscar tu cara entre la gente,
y no halle quien de ti
me dijera ni media palabra,
parecía como si
me quisiera gastar el destino una broma macabra.
No había nadie detrás
de la barra del otro verano.
Y en lugar de tu bar
me encontré una sucursal del Banco Hispano Americano,
tu memoria vengué
a pedradas contra los cristales,
-”Se que no lo soñé”-
protestaba mientras me esposaban los municipales
en mi declaración
alegué que llevaba tres copas
y empecé esta canción
en el cuarto donde aquella vez te quitaba la ropa
Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una
y las dos y las tres
y desnudos al amanecer nos encontró la luna.

–oooOOOooo–

Joaquín Sabina, poeta y músico, mucho Sabina