El jueves 28 de junio el FMI (Fondo Monetario Internacional) en un comunicado anuncia que Rodrigo Rato abandonará el FMI tras la asamblea anual de septiembre, todos los medios de comunicación se hacen eco de la noticia sorpresa.
Y con una rapidez pasmosa lo colocan de vuelta a la política española, como el apoyo que necesita Mariano Rajoy y el PP para ganar las elecciones del 2008 o, caso de no ganarlas, como candidato ya para las del 2012. Otros dicen que hace la puñeta a las posibles aspiraciones de Aguirre y Gallardón a entrar en Moncloa. Añadimos que al gobierno no le ha gustado que un español deje un puesto de semejante nivel y Rodrigo Rato, yo creo que sin buscarlo, ha puesto nerviosos a la ejecutiva del PP, al gobierno y al PSOE y de paso a todos los medios de comunicación.

Rodrigo Rato alega «razones personales» y añade «circunstancias y responsabilidades familiares, en particular la educación de mis hijos», para tomar tal decisión. Parece que nadie se ha creído estos motivos.

Y digo yo, ¿Y por qué no?, una persona tiene derecho a decir hasta aquí he llegado. Y él ha llegado muy lejos, director gerente del FMI, como para volver a la inmadura clase política española. No todas las personas tienen la misma ambición desmesurada, el apego al sillón y la necesitad de sentir la erótica del poder constantemente.

Rodrigo Rato, me parece de los pocos políticos que tiene personalidad propia y no me extraña que harto de pasar los fines de semana haciendo horas y más horas en aviones para poder ver y estar con sus hijos, haya decidido simplemente formar una familia con su compañera y sus hijos y buscar un trabajo más tranquilo en la empresa privada. Otros lo han conseguido, Miguel Boyer. Él puede hacerlo y algunos quisieran imitarlo.