La universidad, espacio de libertad

En la segunda mitad de la década de los años setenta, día sí y día también, se convocaban en la universidad todo tipo de asambleas y reuniones para oír o escuchar a quien quisiera hablar, cantar o simplemente opinar, sin importar sus ideas o colores y todo bajo la particular vigilancia de la policía. Pero el espacio universitario rezumaba libertad por todos sus poros, todos defendíamos la libertad de expresión como un derecho fundamental en el que se sustentaban otros muchos.

Hace unos días y en menos de una semana, tres mujeres -dato curioso, tres mujeres, María San Gil, Dolors Nadal y Rosa Díez – y en tres universidades, han visto como su derecho a expresarse libremente era pisoteado por jóvenes universitarios, da igual la ideología o tendencia que tengan. Es preocupante que en la universidad existan este tipo de aptitudes -están los jóvenes que en le futuro llevarán las riendas del país- y me parece más preocupante la pobre o inexistente reacción de estudiantes y demás estamentos universitarios, en la defensa de la libertad de expresión.

Tampoco me parece solución decir que los políticos no deben acudir a la universidad, al contrario en la universidad tiene cabida todos y cada uno de los ciudadanos que tengan algo que transmitir a los estudiantes, para una mejor formación de estos, y los políticos como uno más de los ciudadanos.

Algo pasa en la universidad española cuando se ataca uno de sus principios, la libertad de pensamiento, y no se defiende, la libertad de expresión.