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  1. En estos casos, abordar el problema de estrés puede ser suficiente para revertir la situación. En algunos casos, la preocupación en tener y mantener la erección acaba por tornarse el principal foco, haciendo que el acto sexual en sí quede en segundo plano.

  2. Sin embargo, es aconsejable, especialmente si considera que no hay problemas subyacentes en la relación, hablar con el médico de cabecera para descartar la existencia de causas orgánicas o ser un efecto secundario derivado del tratamiento farmacológico. De hecho, ambos trastornos a veces se potencian mutuamente y empeoran el uno al otro.