«Irak posee algunas de las armas de destrucción masiva más letales que se han conocido. Estados Unidos ha encontrado algunas…»
George W. Bush (junio 2003)
Con mentiras como esta, apoyadas por Blair y Aznar, empezó el 20 de marzo de 2003 la llamada guerra de Irak.
Iba a ser un paseo militar de unos cuantos meses, se suprime el régimen dictatorial, se eliminan los vínculos con el terrorismo internacional, se destruyen los arsenales de armas químicas y biológicas, se instaura un gobierno democrático y amante de las libertades, a la vez que amigo de la coalición occidental, y los ciudadanos iraquies llorarán mientras nos aplauden el día que nos toque regresar a casa, ese era el mensaje que se transmitía.
Cuatro años después, las armas de destrucción masiva nunca aparecieron, porque no existen, los grupos terroristas campan a sus anchas por todo el país, los ciudadanos evitan calles, mercados y oficinas oficiales por miedo a un posible atentado y los soldados americanos son vistos con desconfianza, es decir, todo lo contrario de lo prometido.
La guerra concluirá con otra mentira, cuando digan que ya existe un gobierno democrático, que puede garantizar la seguridad, la paz y el bienestar a todos sus ciudadanos y por lo tanto pueden dar por finalizada su misión, debemos entender, que existe un gobierno amigo, que domina la situación y que puede garantizar el suministro del llamado «oro negro» a las refinerías y por ello puede acabar la guerra, pero no se irán.